Cómo la muerte se convirtió en mi renacimiento

Capítulo 4

“A partir de este momento yo, Catalina, no tengo nada que ver con la familia Prado de Damasco“, afirmó Catalina

en voz alta.

Los rostros de Benjamín y Melinda estaban extremadamente sombríos mientras echaban humo por dentro,

‘¡Cómo se atreve! ¡Esto es absurdo!‘

“¡Guau, qué espectáculo!”

“Sí. ¡La hija biológica se convirtió en hija adoptiva y rompió los lazos con la familia!”

“¡Es tan divertido!”

“¡Hmph! ¿Crees que puedes irte sólo porque quieres? Papá y mamá te dieron la vida. ¿Cómo podrás pagarles por eso? ¿En serio crees que puedes arreglarlo con sólo 12.000 dólares?” Javier resopló con frialdad.

Él era el orgullo de la familia Prado, un joven médico de grandes logros que había recibido varios premios.

Sin embargo, detrás de su fachada benévola se escondía una naturaleza siniestra hacia su propia hermana.

“Oh, ¿quieres decir que les debo por darme a luz? Sí, me dieron a luz, pero en realidad nunca me apoyaron, así que realmente no les debo tanto. No piensas seriamente en estos apenas dos meses

puede considerarse ‘criarme‘, ¿verdad?” Catalina parecía horrorizada como si la familia Prado fuera un virus.

Cada uno de ellos era malvado.

La mejor manera de castigar a los malvados era ser más descarado que ellos.

Sin darles oportunidad de hablar, Catalina rápidamente sacó una navaja y se cortó la muñeca.

En un instante, la sangre goteó de su muñeca.

“¡Ah!” Yulissa y los demás presentes gritaron de miedo.

Sin embargo, Catalina lució una mirada perversa y morbosa. Sonriendo con sed de sangre, observó cómo la sangre corría por su muñeca.

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La expresión de Javier se ensombreció. Nunca esperó que Catalina lo avergonzara en público.

“Estoy pagando lo que debo con sangre. Prometo cortar todos los lazos con la familia Prado por el resto de mi vida, a partir del momento en que salga viva de la Residencia Prado“.

Después de decir eso, Catalina se fue resuelta.

No había nada importante para ella en esta casa.

Llegó sola a la Residencia Prado sin más que un par de juego de ropa. Ahora que se iba, no necesitaba llevarse nada.

La familia Prado nunca le compró ropa ni zapatos. En los últimos dos meses, Yulissa recibió pequeños obsequios todos los días, pero ninguno de esos obsequios estaba destinado a Catalina.

Ella vino sin nada, por lo que también se iría sin nada,

Catalina salió con determinación. Incluso su silueta al salir mostraba un toque de terquedad.

“No hay nada que valga la pena ver aquí. Vámonos“.

“Sí, esto e

muy aburrido. Incluso en los dramas, esos padres pueden tratar a dos niñas de manera justa cuando no pueden saber quién es su verdadera hija“.

“Tienes mucha razón“.

“¡El impostor toma el poder con éxito! Estos deben ser los titulares del mañana“.

“La señora Yulissa Prado es verdaderamente excepcional. Cualquiera con su sano juicio la habria elegido“.

“¡Oh, mira, tenemos algunos de los admiradores de Yulissa entre nosotros! Yulissa tiene bastante reputación de ser afectada, y no puedo creer que estos hombres no puedan ver a través de su fachada”.

“Vamos. ¡Eso es lo que les gusta a los hombres!”

Al costado del salón de banquetes, un hombre observaba atentamente cada acción de Catalina, su mirada insondable.

Sintió una imperiosa necesidad de salir corriendo y protegerla cuando la vio cortarse la muñeca.

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Capítulo 4

Sin embargo, reprimió con fuerza ese impulso.

Ya era hora de que Catalina aprendiera a crecer.

Incluso si el precio fuera enorme, ella debía crecer.

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“Virgilio, que alguien la proteja, que la lleve al hospital y que consiga el mejor médico“, le indicó.

No era otro que Alejandro Zúñiga, la formidable figura reconocida en la capital, Damasco, que se suponía era el único heredero legitimo de la familia Zúñiga. Sin embargo, su propio padre lo empujó a la arena de lucha clandestina en el país de Castilla, donde tuvo que valerse por sí mismo.

Años más tarde, a su regreso a Damasco, rápidamente dejó de lado a su padre al cabo de un mes y buscó venganza despiadada contra quienes lo habían lastimado.

Aunque conocido por ser astuto y salvaje, Alejandro era sin lugar a dudas el hombre más rico de Damasco y, muy posiblemente, de todo el país y el mundo.

“¡Sí, señor Zúñiga!”

Virgilio asintió, se dio media vuelta y salió por la otra puerta, siguiendo a Catalina.

Mientras tanto, Catalina había salido de la Residencia Prado.

La pérdida excesiva de sangre hizo que se pusiera un poco pálida.

Ella cogió su teléfono y marcó un número que memorizó. “Jeremías, recógeme en la Residencia Prado“.

Catalina se sentó tranquilamente en el bloque de piedra afuera de la mansión y esperó a que Jeremias viniera a buscarla.

Virgilio, fingiendo no conocerla, detuvo su auto frente a Catalina.

“Sra. Prado, ¿necesita que la lleven?“, preguntó.

“No, gracias“, se negó fríamente Catalina.

En ese momento no confiaba en nadie, especialmente en alguien fuera de la Residencia Prado.

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Capítulo 4

‘Ah. La familia Prado debe estar tramando algo malo otra vez, ella reflexionó.

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En su vida pasada apenas vio a Alejandro y mucho menos a Virgilio, quien siempre estaba con Alejandro. De ahí que fuera

fuera comprensible que no reconociera a Virgilio.

Virgilio no sabía qué hacer. Si Catalina se negaba a subir al auto, no podría completar la tarea asignada por Alejandro.

Unos minutos más tarde, un llamativo Ferrari rosa se detuvo frente a Catalina.

Al ver esto, Catalina se quedó sin palabras.

“Preferiría morir por una pérdida excesiva de sangre que subirme a este coche, ella pensó.

“¿Qué pasó, Eliana? ¿Estás tratando de quitarte la vida cortándote la muñeca?”

El hombre que llegó fue Jeremías Lozano. Catalina lo encontró entre los cadáveres sin vida y le salvó la vida en aquel entonces.

Hace diez años, se llevó a cabo una experimentación humana en la Villa de las Raices, donde vivía Catalina. Se llevaron a los niños y los sometieron a experimentos inhumanos. Después de su muerte, sus cuerpos fueron arrojados a grandes fosos en las montañas para que los animales salvajes se los comieran.

Jeremías era uno de los niños. Estaba demasiado débil y se desmayo después de recibir dos inyecciones de reactivos experimentales.

Después de que lo arrojaron a la pila de cadáveres, Catalina pasó por el pozo y se sorprendió al ver la horrible

vista.

Justo cuando ella iba a salir corriendo, los dedos de Jeremias se movieron.

Catalina siempre había sido valiente desde que era niña.

Cuando notó que los dedos de Jeremías se movían, lo arrastró fuera de la pila de cadáveres y lo llevó a casa.

Luego de un periodo de tratamiento, las toxinas del cuerpo de Jeremias fueron eliminadas. Finalmente recuperó el conocimiento tras dos semanas de recuperación.

Al despertar, no recordaba mucho de su turbulento pasado y tampoco queria recordarlo. Por lo tanto, pasó los

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siguientes diez años siguiendo a Catalina.

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“¿Puedes por favor no asumir lo peor? Date prisa y llévame al hospital“. Las hermosas cejas de Catalina se fruncieron. Aunque no se enojo, exudaba un aura intimidante.

Jeremías hizo un puchero, se encogió de hombros y ayudó a Catalina a subir al auto.

“No deberías haberme llamado hasta que muriste para que pueda recoger tu cuerpo“. Jeremías se llenó de furia al pensar que Catalina no lo consideraba un miembro de su familia.

Hace dos meses abandonó todo por su supuesta familia.

Jeremías reflexionó: “¿Y ahora qué está pasando? ¿Sólo se dio cuenta de la verdad después de resultar herida?”

¡Eres tan ruidoso!” Catalina sintió dolor de cabeza y quiso que se callara.

Jeremías se quedó sin palabras.

“¿Así que ahora ni siquiera puedo bromear sobre su error?“, él pensó.

“No te preocupes. No morirás incluso si sangras más que esto“. La manera que tenía Jeremías de tranquilizarla

era molesta.

Catalina reflexionó: ‘¿Qué quiere decir con no voy a morir?”

“Lo sé“, ella dijo.

Catalina se negó a comunicarse con Jeremías, por lo que se reclinó y cerró los ojos.

“Por cierto, que alguien le entregue después 20.000 dólares en efectivo a la familia Prado“, añadió.

Catalina creía que 8.000 dólares extra deberían callarlos.

“¿Por qué?“, preguntó.

“Para pagar la comida y el alojamiento que me proporcionaron en los últimos dos meses. Estoy cortando lazos

con ellos“, respondió Catalina sin emociones.

Sin expectativas ni esperanzas de parentesco, ya no sentiria dolor.

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Capítulo 4

La mataron una vez y no permitiría que volviera a suceder.

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“¿Lo has pensado bien?” Preguntó Jeremías mientras se détenía en el semáforo en rojo y se volvía hacia ella.

“¿Quieres que vuelva con la familia Prado?” ella preguntó.

Ella pensó: ‘Eso es imposible, ¿verdad? Cuando me fui, él seguía rogándome que no me fuera. ¿Está cambiando de opinión ahora?

Jeremías inmediatamente dijo: “Por supuesto que no. La familia Prado es un grupo despreciable“.

Todos eran un montón de escoria que no podían distinguir entre lo real y lo falso.

En los últimos dos meses había estado observando la vida de Catalina. ¡A veces, quería desesperadamente entrar corriendo a la Residencia Prado y llevársela!

Sin embargo, Catalina había dejado claro que cortaría todo vínculo con cualquiera que se atreviera a molestarla.

Así, Jeremías hizo todo lo posible por reprimir su ira.

Por suerte, Catalina acabó por recuperarse.